El silicio es un componente básico de la corteza terrestre, siendo después del oxígeno el elemento más abundante del planeta. Es un elemento utilizado en la agricultura aunque no esencial, como lo es el manganeso o el zinc, pero sí se sabe a ciencia cierta que los beneficios que aporta son muy importantes. Este elemento no manifiesta síntomas de deficiencia específicos y quizás por esta razón podría justificarse el por qué el silicio ha sido un elemento olvidado. Hay que destacar que no se ha considerado fertilizante hasta hace poco y hoy se sabe que juega un papel fundamental en la nutrición vegetal, sin olvidarnos de que también es eficiente en determinados aspectos de la sanidad de las plantas.
El silicio de “uso agrícola” es aquel que, de una u otra forma, se aplica sobre las plantas por vía foliar o radicular. Este concepto no se refiere únicamente a formas solubles y asimilables, sino también a formas insolubles.
Cuando la agricultura se intensifica este equilibrio se rompe. Las extracciones aumentan, sobre todo en cultivos exigentes como el arroz y los cereales, que no hay reposición porque se incorporan pocos restos vegetales y la disponibilidad en el suelo va descendiendo. En la actualidad, los niveles de silicio disponibles en la mayoría de suelos, son totalmente deficitarios.
Como el silicio es un elemento que no tiene una repercusión directa sobre la producción, no se había considerado, hasta ahora, como elemento fertilizante. No se incluía en los planes de abonado y como consecuencia la mayoría de los cultivos tienen niveles muy bajos de este elemento.
No hay síntomas de deficiencia específicos para este elemento. Ésta podría ser la razón por la que el silicio ha sido un elemento olvidado, que no se ha considerado como fertilizante hasta hace poco. No es un elemento esencial, como podría ser el manganeso o el zinc, pero sí se sabe, a ciencia cierta, que los beneficios que aporta son muy importantes.
Los cultivos con poco silicio presentan problemas similares a los que provocaría un exceso de nitrógeno: plantas más débiles, hojas y brotes más tiernos, menor control hídrico, peor conservación post-cosecha, encamado, etc.
El efecto bioestimulante del silicio se basa en su acción de mejora del balance de nutrientes. A igual disponibilidad de nutrientes las plantas con un mayor contenido en silicio conseguirán mejores rendimientos.
Otro efecto bioestimulante será el conseguido en situaciones de exceso de sodio y de metales pesados, como puede el caso del aluminio en suelos ácidos. En estas situaciones, las plantas con más silicio, absorberán en menor medida estos elementos y tendrán un mayor crecimiento.
El último efecto bioestimulante vendrá determinado por la menor parada vegetativa que se va a producir en situaciones de fuerte estrés hídrico y/o golpe de calor.
El potencial del silicio en la agricultura es enorme, sobre todo por lo que respecta a temas relacionados con la sostenibilidad: reducción del consumo de agua, mayor aprovechamiento de fertilizantes, mayor resistencia a plagas y enfermedades, etc. También queda mucho por hacer en temas relacionados con la conservación post cosecha que mejoren la competitividad de las exportaciones.
A pesar de lo que queda por hacer, los resultados que se van obteniendo nos indican que los beneficios de estas investigaciones van a comportar grandes avances en la dirección correcta: una agricultura sostenible que compagine la producción y calidad de las cosechas con la robustez de los cultivos.