El silicio tiene dos acciones diferenciadas.
- Interviene en los mecanismos metabólicos de regulación de nutrientes y relacionados con la fotosíntesis y,
- Si hay silicio suficiente, se acumula en las paredes celulares en forma cristalina y amorfa.
El papel que desempeña en el metabolismo vegetal no está del todo claro, pero sí que está totalmente contrastada su influencia positiva sobre el balance de nutrientes. Aumenta las sinergias, reduce antagonismos y reduce la absorción de elementos que pueden llegar a ser fitotóxicos.
Aumenta la absorción del fósforo cuando es deficitario y lo reduce cuando está en exceso.
Reduce la absorción de sodio en condiciones de aguas y/o suelos salinos y también reduce los síntomas de toxicidad por metales pesados como puede ser el caso del aluminio en suelos con pH muy ácido.
Al final esta mejora en la gestión de los nutrientes comporta un mayor aprovechamiento de los recursos. En definitiva, una gestión de los fertilizantes más sostenible. En agricultura sustentable, en la que la disponibilidad de algunos nutrientes puede llegar a ser un factor limitante, aumentar la capacidad de las plantas para aprovecharlos, es muy importante.
El silicio tiene, por tanto, una acción claramente bioestimulante. La función estructural que desempeña el silicio deriva de la acumulación que se produce en la epidermis de las hojas, tallos y frutos. Este refuerzo de las paredes celulares hace que la planta sea más robusta, dura y a la vez elástica. Los beneficios que vamos a obtener son importantes:
Mayor control hídrico. Tendremos una mayor tolerancia al estrés hídrico y a los golpes de calor. También, en situaciones normales, tendremos un menor consumo de agua de riego. Esta característica va a ser cada vez más importante por los episodios de calor extremo que, parece ser, van a ser más frecuentes e intensos con el cambio climático.
Mejora del comportamiento post cosecha. Los frutos serán más resistentes al transporte y al manejo, y las podredumbres asociadas también se reducirán por el hecho de que les va a costar más penetrar en el fruto. Esta acción sería muy parecida a la que conseguimos con los aportes de calcio. Si por el contrario tenemos episodios de exceso de lluvia, la mayor dureza de los tejidos reducirá el encamado en cereales y las podredumbres en frutos.
Así, en situaciones de alta incidencia de pulgón, oídio, botritris, monilia, etc., reducir los aportes de nitrógeno y aumentar los de silicio, así como los de calcio, será una estrategia que va a jugar a favor nuestro.
Incorporar silicio en los planes de abonado, puede ser una herramienta más a tener en cuenta en las estrategias sanitarias. Esta incorporación debe hacerse siempre controlando el aporte de nitrógeno que tiene un efecto totalmente contrario. Lo que nos conviene es tener plantas más duras y resistentes, y el exceso de nitrógeno las hace más tiernas y vulnerables.